domingo, 28 de septiembre de 2014

Exitoso debut de Nicole Peña-Comas con la Sinfónica

La joven cellista dominicana Nicole  Peña-Coma salió airosa en su debut con la Orquesta Sinfónica Nacional, la noche del jueves, en la sala Carlos Piantini del Teatro Nacional Eduardo Brito.
Nicole interpretó el  Concierto No. 1 en re menor, para violonchelo y orquesta, de Édouard Lalo, cuyos tres movimientos abordó con pasión y entrega, recibiendo cálidos aplausos y elogiosos comentarios.
La Sinfónica, dirigida por el maestro Caonex Peguero-Camilo, logró conectar con el público desde el inicio, con una hermosa pieza que abrió el programa en sustitución de la Obertura Carnaval, como se había anunciado.
A seguidas entró al escenario Nicole, serena y sonriente, demostrando con su interpretación su absoluto dominio sobre el violonchelo, considerado tradicionalmente como uno de los instrumentos de cuerda que más se parece a la voz humana. Nicole se desenvolvió libremente en su conversación con la orquesta a través de los tres movimientos, desde el Preludio, pasando por el Intermezzo, hasta el Finale.
Luego del intermedio, los presentes disfrutaron dos composiciones del Maestro Darío Estrella, quien desde los años 80 se ha empeñado en llevar la música folclórica dominicana a la Orquesta Sinfónica. La primera pieza, Cantatas y Partituras para Amantes y Duendes, cuyo título se desprende de un Poema del escritor Tony Raful, lleva una base rítmica de atabales, y la segunda, Las aguas del Yaque del Norte, es una Merenatta o Serenata Merengue. Ambas interpretaciones fueron muy bien acogidas por el público.
A continuación, la Orquesta se creció en la interpretación de “España”, Rapsodia para Orquesta, de Emmanuel Chabrier, donde destacan los instrumentos de viento, metales y maderas. Esta pieza tiene un sentimiento eminentemente español, a pesar de estar escrita por un compositor francés.
El programa concluyó con “La Valse” (Poema Coreográfico), de Maurice Ravel. Este compositor, también francés, mayormente conocido por su famoso Bolero, escribió sobre La Valse, según apunta Mercedes Aróstegui Vidal: “Concebí esta obra como una apoteosis del vals vienés y en mi imaginación suscitó la impresión de un torbellino fantástico y fatal. Me transportaba al ambiente del salón de un palacio en los alrededores del 1855”.

(Fotos: David Soto)

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